Suena otra vez, no la campanada,
su eco en el salón
vacío
en el que cada año apuras
sus últimos segundos,
los primeros del que viene,
ajeno a la alegría (¿será real?)
que se desata fuera.
No, no es tristeza exactamente
aunque no te sumes a la algarabía.
Es sólo el paso del tiempo:
idéntico, si no peor,
el que viene y el que se marcha…
Y, en cualquier caso, tiempo que no
se detiene, soledad
que lo acompaña.
su eco en el salón
vacío
en el que cada año apuras
sus últimos segundos,
los primeros del que viene,
ajeno a la alegría (¿será real?)
que se desata fuera.
No, no es tristeza exactamente
aunque no te sumes a la algarabía.
Es sólo el paso del tiempo:
idéntico, si no peor,
el que viene y el que se marcha…
Y, en cualquier caso, tiempo que no
se detiene, soledad
que lo acompaña.