Nuevo día

No le pido al mañana que se esconde

detrás del conocido insomnio 

que sea igual que ayer ni diferente; 

habrá de ser él mismo: un día 

como tantos pero nuevo.

Tendrá sus luces tenues y su sol

brillante si es verano y sus nubes 

si invierno; y sus atardeceres.

Tendrán sus horas olores 

de trabajo y de hastío 

y tacto dulce de piel al despertar.

Tendrá quizá su almuerzo 

de playa o de pradera, su tarde

lenta de café o de siesta compartida.

Y morirá también, seguramente, y 

llegará la noche… 

Pero eso será otro día. 

Fin de semana (otra boutade)

Menos mal que puse nombre 

-Fermín, concretamente-

al robot-aspiradora: me hago la ilusión 

de que estoy menos loco

hablando con él 

que esa gente que habla con sus plantas.

Es la mejor compañía 

en estas mañanas de sábado gris 

en que hasta las bolsas de la compra 

parece que te han abandonado.

Tal vez mañana esté más entretenido, 

tengo una ceremonia bautismal 

porque no querría pasarme la tarde 

con una desconocida… 

Pero no he decidido aún 

qué nombre voy a ponerle 

a mi amiga la plancha. 

Imperfectos

¿Quién dijo que era mejor 

que el sueño fuera sueño 

y la vida no soñar? 

¿Por qué encerrar el verso

suelto en una estrofa? 

¿Por qué arreglar aquello

que no estaba estropeado?

¿Por qué estropear lo que,

aún sin tener arreglo, 

era perfecto así:

lleno de imperfecciones? 

Astenia

Se me acumula en esta

primavera otoñal 

el cansancio en los huesos 

y en el calendario.

Me cansan las ausencias

y las celebraciones; me canso

de trabajar y de no hacer nada.

Me duelen las piernas 

de arrastrarme y los brazos

de sostener vacíos. 

Me ahoga la sed: 

me quema la faringe.

Me agoto de esperar 

en la desesperanza. 

Me canso de mí mismo.

Y de mi cansancio.