Se avecina una vez más
el invierno antes de tiempo.
El verano retrasó
de nuevo al otoño
inficionado de su propia pereza,
tras una siesta demasiado larga
de una tarde que se derrama en noche.
Apenas unas lluvias,
las hojas caducas caducando como siempre
con su eterna obsolescencia programada.
Y llegó el frío:
extemporáneo todavía
como un insufrible villancico
en un centro comercial
el invierno antes de tiempo.
El verano retrasó
de nuevo al otoño
inficionado de su propia pereza,
tras una siesta demasiado larga
de una tarde que se derrama en noche.
Apenas unas lluvias,
las hojas caducas caducando como siempre
con su eterna obsolescencia programada.
Y llegó el frío:
extemporáneo todavía
como un insufrible villancico
en un centro comercial
(dichosa Navidad que nos devuelve
a la infancia mentirosa y vulnerable).
Pasamos otra vez del ardor a la nieve;
de los cuerpos al sol
a las caricias -si es que llegan-
con guantes de lana.
Está bien:
aquí me quedo junto a la estufa triste;
las ventanas, cerradas…
Avísame cuando derrita
Pasamos otra vez del ardor a la nieve;
de los cuerpos al sol
a las caricias -si es que llegan-
con guantes de lana.
Está bien:
aquí me quedo junto a la estufa triste;
las ventanas, cerradas…
Avísame cuando derrita
el sol los carámbanos del alma.
No cierre vos las ventanas del alma...no vaya a ser,que cuando quiera volver a abrirlas,estén oxidadas y no sea posible ya...
ResponderEliminarNo sufra: si se oxidan las bisagras, se le da un martillazo al cristal… espíritu salvaje que tiene uno 😂😂
Eliminar