Resurrección

Qué difícil la vida sin ti, sin vosotros
(sin respuestas, sin preguntas,
sin noches, sin versos, sin amor);
qué cuesta arriba el camino sin sombra, 
sin esquinas en las que esconderse,
sin viento que me empuje o me revuelva 
el pelo y la conciencia. 
Qué inclemencia de sol en el desierto
de cielos desnudos:
sin nubes, sin aves, sin cometas.
No hay vías marcadas ni océano a la vista:
todo es arena y alacranes negros…

Y caminar, sin embargo. 
Seguir andando, siempre, sin detener 
el paso y silbando mi canción,
aunque nadie la escucha.
Caminar incluso muerto entre los vivos, 
morir hasta vivir el día de la resurrección:
porque habrá resurrección, está escrito 
no en escrituras sagradas, 
sino en el libro sin letras de la vida. 
Hacerse amigo del sol y de la arena, 
convertir en vergel el desierto y caminar, 
seguir andando, siempre.
Solo, tal vez desesperado, vivo o muerto,
pero haciendo camino donde alguien
dejó sin asfaltar 
                                  el silencio.

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