Disculpadme, señora, que no sepa,
postrarme a vuestras plantas y besar
el suelo que pisáis
como haría un verdadero caballero.
No sé por qué pensé que preferís volar
y que verme arrastrado os desagrada.
postrarme a vuestras plantas y besar
el suelo que pisáis
como haría un verdadero caballero.
No sé por qué pensé que preferís volar
y que verme arrastrado os desagrada.
Disculpadme asimismo que no sepa
deslizaros al oído
tiernas palabras de amor
como haría un poeta y besar
con dulzura vuestros labios
como haría cualquier experto amante.
Para esto de los gestos y los besos
-aún torpe como soy-
siempre quedo detenido
-procurando, eso sí, posarme suavemente-
en la mitad del precioso camino
que va de vuestros pies a vuestra boca.
-aún torpe como soy-
siempre quedo detenido
-procurando, eso sí, posarme suavemente-
en la mitad del precioso camino
que va de vuestros pies a vuestra boca.
(Confío, mi señora,
en que no os importune la osadía
de este bienhumorado jueguecillo
en que no os importune la osadía
de este bienhumorado jueguecillo
con la lengua.)
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