Tú me diste y tú me quitaste
las ganas de escribir.
Tú me mostraste tu lado seductor,
lisonjera dama de compañía
en noches de soledad,
y me acunaste con tus brazos de aire.
Después me ninguneaste:
tachaste sin consideración
cada uno de los versos escritos y leídos
y dejaste de vigilar el trazo de mi lápiz
sobre la cara oculta de la marea.
las ganas de escribir.
Tú me mostraste tu lado seductor,
lisonjera dama de compañía
en noches de soledad,
y me acunaste con tus brazos de aire.
Después me ninguneaste:
tachaste sin consideración
cada uno de los versos escritos y leídos
y dejaste de vigilar el trazo de mi lápiz
sobre la cara oculta de la marea.
No te gustó mi verdad: es más fácil
la mentira agradable a los oídos.
la mentira agradable a los oídos.
Muérete, pues, en los brazos
de quienes te susurren,
aunque sean soplido sus palabras…
Y deja que yo siga con mi grito
viviendo mi prosaica vida de bufón.