El mundo no sabe lo que yo siento.
(¿Qué le importa al mundo
lo que yo sienta?).
(¿Qué le importa al mundo
lo que yo sienta?).
Se inventó el lenguaje
para que falsos profetas
-y poetas presuntos, charlatanes-
le contaran al mundo
qué le importa y a quién.
Era mejor el silencio…
los gruñidos, los gestos, las caricias.
Yo guardo mi palabra
para que alguien la pida.
Y si no se rompiera lo ya dicho,
olvidaré de una vez por todas
hasta mi propia voz.
Y tal vez muera.
O vuelva a nacer.
Siempre volver a nacer es menos doloroso y sabio.Y la vida empuja.
ResponderEliminarUn bello poema Sr.Merlo.
No sé yo si es menos doloroso… pero es un comienzo. Bella su mirada siempre, Sra Diez.
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