No se debe descuidar a los fantasmas:
corres el riesgo
de ofenderles y que decidan
venir a visitarte por la noche.
Hay que dejarles su taza de café,
su cigarrillo si fuman,
su libro de poemas
abierto por la página indicada.
Hay que depositar el beso
en la mejilla descarnada y fría;
ponerles su canción,
abrazar el retrato de su ausencia
para que no sea presente.
Apartar los espejos
para que ellos no sepan
que no existen
nada más que en tu mano,
que les da de comer
y les cepilla el pelo sobre la calavera.
Sobre todo,
que no vengan por la noche,
que no adivinen nunca
que tú eres su fantasma.
corres el riesgo
de ofenderles y que decidan
venir a visitarte por la noche.
Hay que dejarles su taza de café,
su cigarrillo si fuman,
su libro de poemas
abierto por la página indicada.
Hay que depositar el beso
en la mejilla descarnada y fría;
ponerles su canción,
abrazar el retrato de su ausencia
para que no sea presente.
Apartar los espejos
para que ellos no sepan
que no existen
nada más que en tu mano,
que les da de comer
y les cepilla el pelo sobre la calavera.
Sobre todo,
que no vengan por la noche,
que no adivinen nunca
que tú eres su fantasma.
Mientras se tienen fantasmas,hay que tener esperanza de que un día se materialicen...lo peor es no creer en ellos..Precioso poema..y real.
ResponderEliminarTan “real” como los propios fantasmas... 🤔
EliminarPreciosa vos, Sra Diez. 😘🌹