Qué triste ha de verse el mundo
desde el pedestal.
Qué fríos los aplausos
de los transeúntes
al pedazo de piedra que no siente.
Mirar todo desde arriba
con los ojos gélidos del mármol
pronunciando discursos vacíos:
“soy la posteridad”.
Creerse merecedor
de esta pantomima.
Cuánto mejor
derretirse, desleírse
como barro sin cocer
y que alguien a quien no conoces
se lleve de ti
un trocito pegado
en la suela del zapato.
desde el pedestal.
Qué fríos los aplausos
de los transeúntes
al pedazo de piedra que no siente.
Mirar todo desde arriba
con los ojos gélidos del mármol
pronunciando discursos vacíos:
“soy la posteridad”.
Creerse merecedor
de esta pantomima.
Cuánto mejor
derretirse, desleírse
como barro sin cocer
y que alguien a quien no conoces
se lleve de ti
un trocito pegado
en la suela del zapato.
Seguramente la estatua,reciba el calor de quien lo admiró y no oiga las injurias.Deseo..
ResponderEliminarUn poema muy sensible y precioso...🌹🌹🌹🌹🌹🌹
Dudo de que las estatuas, encima de sus pedestales, sepan que son insignificantes...
EliminarY muchas gracias, Sra Diez 🤗🌼