Otoño

Las calles
alfombradas de hojas. 
Las nubes
cada vez más densas.
El viento
enfriando los rostros.
El sol
atemperando a ratos. 
Un otoño más, 
como todos los otoños. 
Y nada es igual.
Y dónde nuestras estaciones,
dónde nuestro tiempo.
Dónde las hojas, las nubes,
el viento y el sol
si no es a tu lado. 

Sin sueño

No pensar es el secreto 

mejor guardado del insomne: 

el que desvela y no desvela. 

Alcanzar esa cumbre,

la cima en una sima,

es lo inalcanzable.

No hay dormir sin sueño,

ni sueño sin pesadilla.

Y queda la vigilia: 

el medio camino 

entre la no vida y la no muerte.

No entiendo

No entiendo 
a las ovejas que se dejan 
pastorear por el lobo.
No entiendo 
que no se diferencie la mentira
de la verdad
o de las medias verdades.
No entiendo
que se confunda el cielo 
con el mar.
No entiendo 
las noticias, las cuentas
que no cuadran (ni las que sí),
las egolatrías de las redes sociales.
No entiendo
el afán de perpetuarse 
y de repetirse hasta la náusea 
con tal de “aparecer”.
No entiendo 
la pandemia ni las cifras diarias
de la muerte.

Cada vez, 
entiendo menos cosas.
No sé si soy más tonto
o más listo. 
Cada vez,
me preocupa menos 
entender nada. 

Retrato

Hay una mujer sentada 
en un banco del parque.
La mirada, perdida.
No lee un libro.
Curiosamente, 
tampoco tiene un móvil en la mano.
Una sonrisa dulce
le dibuja el rostro
y una lágrima salada
resbala hacia la mejilla.
No sé si es una paradoja
o un anacronismo... 
O el retrato de estos días.


Versus

 Lo que importa 
contra lo que nos distrae.
Lo que existe 
frente a lo que soñamos.
Las noticias, las redes
contra lo que sueño. 
Lo que digo
frente a lo que escuchan. 
La mano en el bolsillo
-como aquella noche-
o la mochila que lastra.
La vida que nos queda por vivir
y la que no viviré.
El cielo
contra el mar:
la imaginaria línea que los une
y los separa. 

Celeste

Veo pasar

este tiempo gris.

Vigilo desde el café,

desde el balcón 

la procesión de ánimas tristes,

cabizbajas: caminan 

despacio, como pidiendo perdón 

por arrastrarse por las calles

desiertas con un par de bolsas

de supermercado 

y la inevitable mascarilla.

Incluso los ojos están tristes.


Yo soy 

uno más de ellos: 

otra alma en pena,

como de lunes al amanecer,

constante.

Y sueño con el azul,

con todos los azules.

Y con tu abrazo celeste.