Harto ya de los versos,
de supuestos poemas
que no dicen nada;
de palabras que se juntan
las unas a las otras
sólo porque son “bonitas”,
porque suenan bien...
a pesar de que ni música suponen.
Quejíos que no expresan nada:
apenas vaguedades o fuegos de artificio.
Ni una gota de sangre, de tinta o de sudor,
de bilis cuando sea preciso.
Ni un hálito de vida.
Ni en los versos ni en las prosas.
Nada.
Miedo a ser como ellos cualquier día,
a que la boca no me sepa a sangre cuando canto
-gracias, Tía Anica Piriñaca, siempre-.
Cuánto mejor, llegados a este punto,
tan sólo una guitarra.
O el silencio.
Para quienes no sepan de qué (de quién) estoy hablando, una explicación... aunque hay cosas que no hace falta explicar:
ResponderEliminarhttps://elpais.com/diario/1987/11/06/cultura/563151612_850215.amp.html
Precioso poema y emotivo homenaje a La Tia Anica, La Piriñaca... Yo tengo la suerte de conocerla a través de tí y de tu padre. Gracias por acercarme a ese gran género que es el flamenco..los tres hemos disfrutado de algunas veladas memorables. 👏👏👏
ResponderEliminar🌼🌼😘😘
Eliminar"No volverá a haber nunca más, probablemente, una Tía Anica la Piriñaca, porque el arte flamenco ya no es lo que era, y seres como ella desaparecen sin dejar posibles sucesores. Nos quedará su recuerdo, su voz en el microsurco, el raro eco de su cante, que, efectivamente, parece tener un sabor a sangre". El cronista del País le ha hecho una bonita semblanza...
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