No pido controlar
las mareas, ni los ciclos de la luna.
No pretendo predecir
si el viento soplará
del este o del oeste.
Escapan de mi saber
los recovecos de la burocracia,
los flujos de la Bolsa,
los cambios de gobierno.
Imposible saber
el futuro de mis hijos.
Ni tus sueños, tus anhelos:
los vaivenes de tu corazón,
tus pensamientos escondidos.
Ni siquiera soy el dueño
de mi insomnio o de mis pesadillas.
Pero ¿se puede vivir
sólo en este eterno
dejarse llevar?
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