Esquirlas de los huesos del pasado
golpean los cristales del futuro
como gotas de lluvia
convertida en granizo.
Detrás de las ventanas
las veo llegar, estamparse y rodar
hasta el alféizar.
Alguna, un poco más grande,
logra sobresaltarme y cierro los ojos.
Pero no retrocedo, firme
frente al cristal me creo protegido.
“No podrán atravesar
la ventana del futuro.”
No sé si tengo en realidad
ese convencimiento
o rezo una oración.