Hace no mucho tiempo,
apenas el batir de alas
de una mosca de la fruta como yo,
era como vosotros:
me atraían las luces como a las polillas
y las fresas de cera perfumadas
con el falso aroma de la fresa.
Pero aprendí a volar,
a distinguir la fruta natural
de la de goma.
No, no soy ni mucho menos
mejor persona que ninguno de vosotros.
Ni mejor mosca que las moscas verdes
que encuentran su alimento
entre la podredumbre.
Sólo he aprendido a volar
y a darme cabezazos contra vuestros cristales.
Desde ellos se ven muchos frutos
que parecen maduros estando podridos
o que parecen verdes siendo viejos.
Yo me conformo con dejar simiente.
Total, sólo voy a vivir una semana...
nadie podrá quitarme lo volao.