Una noche más,
te esperé y no llegaste.
Escribí, leí, vi la televisión,
di vueltas por la casa...
y no viniste.
El amanecer me descubrió sentado
fumando el enésimo cigarrillo
y esperando inútilmente
el arrullo de tu voz
o tu silencio.
Pero el sueño no ha venido.
Y los sueños, tampoco.