Otra noche

Una noche más, 
te esperé y no llegaste.
Escribí, leí, vi la televisión,
di vueltas por la casa...
y no viniste.
El amanecer me descubrió sentado
fumando el enésimo cigarrillo
y esperando inútilmente
el arrullo de tu voz
o tu silencio.

Pero el sueño no ha venido.
Y los sueños, tampoco.

Cuando me vaya

Me llevaré a la tumba
un montón de secretos.
Me llevaré a la tumba
que yo dije...
Me llevaré a la tumba 
que tú hiciste...
Me llevaré a la tumba
verdades y mentiras 
y aquella vez que hicimos...
y eso otro que nos quedó pendiente. 

Sólo serán cenizas 
porque no habrá cruz ni lápida.
Todo será silencio. 

Certezas

A veces dudo
de si el rumor que oigo es el del viento, 
pero abro la ventana y el aire me golpea.
A veces dudo
de si el agua del mar será en verdad salada,
pero bebo y el agua sabe a llanto.
A veces dudo
de si ese unicornio será sólo una nube,
pero llueve y yo sé que el unicornio llora.
A veces dudo
de si realmente existes o eras sólo un sueño
pero cierro los ojos y te veo.

Y entonces sé que eres.

De corazón

Gracias.
Gracias por ser y estar,
por quedarte y por saberme,
por sabernos y entender.
Gracias por habitar
mi piel cuando salgo de ella.
Gracias por permitirme
que yo habite tu ausencia.
Gracias por tus vuelos libres
y tus aterrizajes.
Gracias por ser el mar
y las olas 
y las profundidades 
y la arena.
Gracias por ser la cima
y el valle, el río, el lago.
Gracias por ser la rama y la raíz.
Gracias por ser la noria 
y el manantial que nutre
el pozo del que bebo.
Gracias por existir
y gracias por dejar 
que comparta contigo 
mi fútil existencia.

Más que musa

       Para Begoña

No, no escribas poemas de amor.
Escribe del dolor, del sufrimiento,
de la rabia, de la soledad.
Escribe a tus demonios
y grita lo más fuerte que puedas
a los supuestos ángeles del cielo.
Derrama en tus poemas 
hasta la última gota de la sangre de los otros:
de todos los que te han hecho sufrir.

Y tu sangre, la que corre por tus venas, 
y el amor
resérvalos para sólo la sangre y el amor:
ahí está la poesía.

El cóndor


Desde lo alto de la cumbre, el cóndor mira.
Se sabe superior a todas las rapaces: 
él es más grande y más fuerte.
Casi tres metros de alas 
para el rey de los cielos,
prepotente y majestuoso.
Admirado, protegido, 
convertido en emblema nacional.
Adornado de collares,  
vistoso con sus plumas de colores
y su cresta.

Pero sólo se alimenta de carroña.

Fugaz

Un instante, un parpadeo.
Ese es el tiempo exacto 
que pasamos en el mundo
si miramos la Historia.
Y qué largas sin embargo algunas horas.
Qué eternos los silencios.
Cada año nos parece 
haber vivido un siglo y olvidamos
que mañana se puede terminar
y en ese parpadeo
no volver a abrir los ojos.
Ni siquiera habremos dicho adiós.

Frío

Despertar de madrugada tiritando.
Que ninguna manta, ningún edredón basten.
El frío que sale de dentro,
de tanta soledad,
no entiende de calefacciones. 
Es el frío de los muertos en vida.

Vestidos

Hay personas que crecen
y aprenden con los años
lo que es importante.
Hay personas que salen a la calle
vestidas y no les importa 
que les digan que el rey está desnudo.
Hay personas que saben 
que son reyes de sí mismos.
De nadie más, ni falta que les hace.
Y hay personas desnudas 
que adoran que el populacho
elogie sus ropajes:
el traje que no llevan y fingen no saberlo.