Humano

Yo soy un asno, una lombriz de tierra,
un pingüino con alas que no sirven 
para volar.
Soy un lobo, un león,
una medusa, una ameba.
Soy el hijo de un mono, otro primate.
Sólo una especie más  de las criaturas
que habitamos la tierra.

Yo nunca seré un ángel. 

Coherencia

¿Ama el jardinero ornamental las plantas?
¿Ama a los animales el cuidador del zoo?
¿Ama a la poesía quien se llama a sí mismo poeta?
¿Criticamos del resto
lo que no nos gusta de nosotros mismos?
¿Reproducimos lo que nos hizo daño
aunque no nos demos cuenta?

¿De verdad es más fácil ver al otro
que mirarse en el espejo?
¿O es que, sencillamente, duele menos?

Cambio de estrategia

De acuerdo: soy poeta.
Escribo versos y, por tanto,
soy poeta.
Desde hoy en adelante,
todo cuanto salga de mi boca o de mi pluma
-sea presente, pasado o futurible-
estará presidido por esa palabra.
Todo ya serán poemas,
sutilezas, metáforas,
epanadiplosis,
belleza en estado puro;
pura exquisitez trenzada
en figuras retóricas:
símiles, comparaciones,
anáforas, retruécanos…
Desde “hola, buenos días”
hasta “puede usted pudrirse en el infierno”,
todo será “poesía”.
Lo han logrado: Enhorabuena.
Han creado un “poeta”. 


No olviden, por favor, asistir al funeral 
del hombre al que mataron.

Distancia

¿Quién eres en realidad
cuando yo no soy?
¿Qué manos agarras,
qué abrazos buscas
cuando te falta el mío?
¿A qué sueños te elevas
para no sufrir
la cruda realidad?
(Y que dios me perdone
por la enorme petulancia) 

Qué duro resulta a veces
pisar la grava 
con los pies descalzos 
mientras ves a los pájaros 
volar.

¿Contradicción?

No todos los fantasmas son poetas, 
ni todos los poetas son humanos. 
No todo lo que vuela es un poema 
ni es anti poesía todo lo que se arrastra.
No todas las certezas son verdad 
ni son mentira todas las falsedades.
No todo pensador es un filósofo.
No todo hombre de fe es un creyente.

No todo lo que escribo ha de tener sentido.
No cualquier obviedad resulta obvia.



Entre comillas

Desdeño las romanzas 
de los tenores huecos.
Mi reino no es de este mundo 
y busco la escondida senda.
No le toques ya más, 
si ya nada se espera 
personalmente exaltante.
Amo, lucho y pervivo.
Mañana, no será lo que dios quiera.

Puedo escribir los versos...
Pero, ¿para qué? 
Si ya todo está escrito.

Adiós

Atrancad las puertas de la casa. 
Corred las cortinas 
y cegad los tragaluces.
Cerrad por fuera y dejadme dentro
de la casa vacía.
No quiero muebles ni adornos.
Dejad que el polvo se vaya acumulando alrededor.
Dejadme aquí, a solas, 
viendo pasar el tiempo 
hasta que el tiempo se extinga.

Entonces subiré al desván 
convertido en espectro
de mi propio fantasma
y viviré allí eternamente 
porque sólo seré una mota más 
de ese polvo acumulado;
no seré nada: exactamente igual
que ahora. 
Pero para siempre.

Insoportable

No lo soporto, amor,
no lo soporto.
Y es insufrible, amor,
el sufrimiento
de no saber sufrir
(y saber no sufrir al mismo tiempo)
lo que no debe sufrirse.
Y entre no soportarme
y no sufrirme
prefiero simplemente, amor,
evaporarme.

De una vez por todas

Definitivamente,
no entiendo la poesía:
no entiendo la mitad de lo que leo
y apenas la mitad de lo que escribo.
No entiendo de metáforas ni símbolos,
de cometas que navegan submarinas.
Y las comparaciones me empalagan 

y me hastían como un merengue, 
como un dulce de leche, 
como una balada de... 

Las rimas
me dan grima.



Pero, definitivamente,
lo que peor llevo es que un poeta
no diga la verdad.
Y encima me lo diga en un poema.


¿Por qué no dejan de una (puta) vez
de escribir tonterías los poetas? 
Por supuesto, yo, el primero.

Envidia

Dicen que la envidia es mala pero yo
no envidio a las flores del parterre
ni al pájaro en su jaula;
ni aunque ambos vivan 
en su gran jardín 
                             cercado.

No envidio al poeta cuando escribe
los versos que le dictan los aplausos.
No envidio a los que aplauden.

Envidio, sí, al pájaro libre
que se posa en la rama cuajada de flores
aún a riesgo de caer de algún perdigonazo.
Envidio a las parejas que pasean 
de la mano a pleno sol 
y se besan en la playa bajo la luna llena
sin importar qué ojos les observen.
Envidio al árbol que no teme al incendio
aunque se queme
porque sabe que otro renacerá.

Envidia del amor puro.
Envidia de la libertad.
¿Será verdad que es mala?

Lo malo de soñar...

Lo malo de soñar 
                            despierto
es que a veces se cuelan
también las pesadillas.
Las flores del jardín 
se vuelven de ceniza 
y una fuente es un volcán
que escupe sangre.
Los números son todos rojos
y las letras son negras 
aunque intentes escribir en blanco
en la blanca pizarra de una nube.

Lo malo de tener 
pesadillas despierto
es que no hay opción de despertar...
aunque, a veces, suena un timbre,
una voz
y vuelve el sueño a ser 
un placentero sueño.

Daltonismo

Se dice que son verdes
los celos y la envidia.
Pero también se dice
que es verde la esperanza.
Hay algo que no cuadra: quizá 
lo único verde de verdad
sea la hierba...
porque ella no sabe que lo es.

Casi

El propio hueco que ocupa 
lo que no debería ocuparlo.
El espacio de luz
que se llena de sombra
-o viceversa-.
La maceta que ahoga
la raíz de la flor; la orquídea
que se topa
con el plástico que dice protegerla.
El pensamiento que dicta
qué debemos pensar
-y no es lo mismo-
y lo que no pensamos.

El “casi” que limita el infinito.
Cuánta amargura cabe
en una palabra 
tan pequeña.

Borgiana

"Si están ajenas de sustancia las cosas
y si está numerosa Buenos Aires".
(J. L. Borges)

Madrid también estaba numerosa 
esa tarde de junio: tanto 
que no nos vimos.
Pero aquel desencuentro 
sirvió para encontrarnos 
y que todas las cosas 
hallaran su sustancia.

Hemisferios

Es sombrío el tiempo y gris
cuando ves caer la lluvia,
cuando el cielo 
es una pura nube
que se derrama incansable.

Pero es más gris aún 
cuando tomas conciencia de que el sol 
está saliendo en alguna otra parte,
donde tú no puedes verlo.