Es tan fácil escribir de lo que no se siente.
Inventarse fantasmas o monstruos para niños
y cielos estrellados o días azules.
Ocultar la tormenta
en busca del aplauso soleado.
Fingir que es real el dolor que no nos duele.
Adormecer con llagas maquilladas
las conciencias.
Lanzar cohetes, arrojar luminarias
con velas de mentira.
Recoger los laureles y dormir satisfecho
el sueño del embuste.
Yo prefiero mi insomnio
y mis pesadillas.