Cuando roncas como una marmotilla
o cuando respiras hondo
y tu placidez me lleva al sueño.
Cuando hablas, a veces,
pronunciando palabras ininteligibles
y me sonrío y pienso “¿qué me querrá decir?
¿qué se dice a sí misma?
¿o con quien habla?”.
Cuando me abrazas
y el calor de tu cuerpo
me devuelve a la vida
en mitad del truculento insomnio.
Cuando te abrazo y noto
que a un tiempo quieres
mi presencia y al mismo tiempo quieres
estar tranquila en tu rincón, a solas
con tus sueños.
Y me aparto suavemente,
aspirando profundo de tu esencia.
Procuro atesorar, avariento y despierto.
Pero están las otras noches,
cuando nada de eso queda,
estiro el brazo y voy
de un lado al otro de la cama.
Y estoy solo.
Siempre están los recuerdos...
ResponderEliminarY qué pena que ellos solos no valgan... por suerte a veces les echa una mano la esperanza... ;)
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