Podéis seguir, indefinidamente,
con los ojos vendados.
Al fin y al cabo, ¿para qué mirar
tanta miseria como nos rodea?
Es más, ¿a qué mirar
tanta miseria como almacenamos
en nuestro interior?
Seguid mirando así, sin quitaros la venda:
hacedle caso
a este pobre ciego.
©Santiago Pérez Merlo
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