A veces se nos llenan
el corazón de amor
y la boca de miedos.
Si no es al revés o si el cerebro,
señor feudal de todos los demonios,
reclama su derecho de pernada,
se hace dueño
del castillo completo y mata de hambre
a cuantos nos negamos
a vivir bajo, únicamente,
el yugo de su capricho.
©Santiago Pérez Merlo
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