Repetir hasta la nausea
lo que ya estaba dicho.
Tropezar una vez y otra vez
y otra más
en la misma corteza desgastada
del árbol que no vimos
en mitad del sendero y saber
que por más que miremos
seguiremos sin verlo y seguiremos
dandole puntapiés, dañándonos las uñas.
O callar de una vez
por todas
y abandonar el bosque.
Y regresar al mar, a las profundidades
abisales
de donde nunca debimos emerger.
©Santiago Pérez Merlo
Santiago, este poema está muy bien construido, pero transmite mucha inquietud y amargura...es de tu serie «negra»??
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