Tal vez no debería preocuparme
por los lobos del bosque.
Ni por Caperucita ni la abuela
ni por la madre que queda esperando
el regreso de la niña.
Tal vez sólo debería
continuar caminando.
Incluso cuando sé que me he perdido
y que este bosque
no es el que recuerdo.
Dejar mi propia cesta
apoyada en el tronco de un ciprés
o de algún sauce (ese árbol llorón)
y no mirar atrás,
ni hacia adelante: mirar
sólo mis pies y no escuchar el grito
del cuervo ni el chirrido
de la procesionaria.
Ignorar a las ardillas y a los búhos
y no rozar los árboles
para no contaminarlos de tristeza
y llorar su resina.
Simplemente, perderme...
¿pero no estoy ya perdido?
©Santiago Pérez Merlo
Santiago este poema es bonito, pero algo inquietante...me gusta
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