La cara sonríe...

La cara sonríe, una mano
acaricia a un perro y otra
abraza a una niña.
La cabeza se afana
en las obligaciones
(el trabajo, la casa, los papeles,
los cuadernos nuevos,
la plancha, la cena de esta noche...).
El corazón brinca
satisfecho y lleno
de lo que nunca tuvo
hasta el día de hoy.


Pero al fondo, por debajo
de todo e inundando
los gestos y las citas
marcadas en la agenda,
una tristeza campa
a sus anchas y sólo
el corazón radiante
permanece a salvo.

©Santiago Pérez Merlo

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