incumplí mi promesa.
Me aburro de mí mismo y me propongo
no escribir ni un verso más,
ni una palabra.
Porque arañan o duelen las palabras
como miedos
incapaces de luchar contra el amor.
Pero sucumbo a la cuartilla en blanco
y a la sangre de la pluma que me llama
para que haga transfusiones de la mía.
Hoy creo que he ganado,
he dado con la fórmula secreta:
para no escribir más sólo me queda
seguir escribiendo.
©Santiago Pérez Merlo
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