Nada

Sin brújula, sin carta
de navegación, siguiendo solamente
un olfato ancestral desconocido
consiguió situarse más arriba, por encima
del bien y del mal y sin embargo
no era una atalaya dominante.
Esa no era la nada de quien todo lo tiene.
Al contrario, cuando ya estaba allí
descubrió que no era nadie.
Quería serlo todo y casi lo consigue:
porque después de todo, 

no era nada.

©Santiago Pérez Merlo

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