aún más despacio y ves
cada rayo naranja que desprende
como una eternidad o un infinito,
una ráfaga de luz que sólo en ti penetra
y te trasciende y nace
una lágrima dulce de tu ojo derecho.
Y ves salir el sol al día siguiente
y el reflejo morado en tu pupila
es más grande que todo el universo
y al tiempo tan pequeño que podrías guardarlo
como en un camafeo y lo llevas contigo
junto a una minúscula e inmensa
lágrima que cae de tu ojo izquierdo.
Tus lágrimas que bebo y que hacen tuyos
mis ojos.
©Santiago Pérez Merlo
No hay comentarios:
Publicar un comentario