payasos y bufones, aparten de mí
sus flores de papel,
su corazón de caucho.
No me canten canciones,
no vendan sus pasajes
de barcos caducados,
sus boletos de tómbola
que siempre toca y nunca.
Lejos de mí también
las calaveritas de la noche de fiesta:
yo ya llevo
alfileres de muerte en la solapa.
Lejos, muy lejos los trucos
de magos y de acróbatas.
No más sonrisas falsas
para contentar al graderío.
En mi tristeza mando sólo yo.
©Santiago Pérez Merlo
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