desde mi ventana de Madrid.
Los árboles parecen crecer
por encima de tejados y azoteas
y bandadas de pájaros negros
oscurecen el cielo
como nubes de tormenta
y anidan en mis ojos,
llenándolos de espinos y de ramas.
Cuando no veo el mar,
parece que me falta
su latir y la vida
que me traen otros días
las mareas y el aroma de sal.
Cuando no veo el mar,
dejo de ser poeta.
©Santiago Pérez Merlo
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