que a medianoche, casi en sueños,
alguien te dijo algo en el oído...
Pero allí no había nadie.
Tal vez fue... creíste oír...
quizá sonámbulo escuchaste...
O leíste...
¡Sí! Eso fue,
fue algo que leíste medio en sueños
y que ahora recuerdas con total nitidez:
era un poema, el más bello poema
que jamás se haya escrito.
Y tenía tan sólo dos palabras.
Quizá tres.
©Santiago Pérez Merlo
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