Sierpe

Desprenderse de la vieja piel
como un reptil,
dejar colgando la camisa
en un árbol cualquiera del camino
y comprobar que no sirve tampoco
la recién estrenada.
Repensarse de nuevo y estrenar otra vez.
Seguir así, mudando,
hasta que apenas queda
un cuerpo diminuto, casi nada:
un suspiro, una respiración, un aliento
que se sigue arrastrando,

tal vez inútilmente.

©Santiago Pérez Merlo

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