-y más en estos tiempos-:
elegir un papel, tomar la pluma
y escribir -esa letra ilegible,
apretujada-, dejar que vuelen
sobre el folio las letras sin pensar,
verter, volcarse en cada trazo
sin atender a la caligrafía,
dejar que el corazón
dirija la muñeca.
Encerrar en un sobre los te quiero,
poner un sello y confiar
en que todas las manos
por las que han de pasar
los mimen, no los pierdan,
los acomoden lo mejor posible
hasta llegar a ti, a tus manos
sorprendidas
por el trazo y el remite conocidos.
Imaginar
cómo rasgas el sobre
con qué sorpresa lees
-aunque ya las conoces-
las palabras que escribí
hace ya días
pero que no han perdido su vigencia.
©Santiago Pérez Merlo
Que bonito!!!Un poema dedicado a una carta...lamentablemente ya casi nadie escribe cartas (se han sustituido por los whatsApp).Describes de forma poética tan bien la emoción de abrir una carta y leer las palabras que contiene...Muchos aplausos.
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