que soñamos
y que no recordamos al día siguiente?
¿Hay un rincón perdido en el cerebro
en el que se acumulan
accidentes, caídas, amores imposibles,
poemas que dormidos
creímos recitar,
los cuadros que pintamos, las manos
que nos acariciaron?
Las veces que dijimos
"no quiero despertarme" y sin embargo
nada ocurrió después, ¿cómo reconocer
el sueño que no existe
-cómo podría existir lo que no se recuerda-?
Ha de haber un desván para ellos;
seguramente sucio, ennegrecido,
con todo revuelto y atestado
de aromas y paisajes imposibles.
Y hay seguro, también, una ventana.
Muy bueno!!!esa ventana del final es un soplo de luz y de esperanza...Me gusta mucho, Santiago...
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