y mi amante
las más de las veces.
Y mi psicoanalista, mi refugio,
mi cueva de Platón,
mi polvo de hadas.
Mi soledad, mi hastío,
mi ternura y mis espejos
deformantes.
Fuiste todos los tópicos
y todos los vuelos,
los colores que inventé
cuando soñaba
en blanco y negro,
Las estrellas, las cometas,
mi niña de la mano
y mi madre adoptiva.
Y yo sólo pedía, exigía,
apenas pude darte
más que alguna ocurrencia,
delirios, palabras gastadas...
Tiempo es de que vueles,
de que salgas
a buscar quien te cuide
sin malgastar tu esencia,
sin ahogarte.
Si algún día decidieras volver,
yo te estaré esperando.
©Santiago Pérez Merlo