que sostienen mis manos,
sin precisar sedal,
veo volar la cometa que se aleja y regresa
haciendo cabriolas en el aire.
Por supuesto la cometa
también es invisible
y la gente susurra murmurando
"pobre loco",
un místico tal vez que mira al cielo
con las manos alzadas.
De pronto, una niña se acerca,
me tira de la manga y me dice al oído
"La veo, no la sueltes:
yo soy esa cometa".
©Santiago Pérez Merlo
Dulce, tierno, emotivo. Precioso. Aplausos, aplausos...
ResponderEliminarTodos somos esa cometa...Y EL POETA la niña que puede verla..Un poema muy sensible y tierno
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