que aprendió a echar cerrojos
en todas las estancias
está parado ahora ante una casa grande,
enorme, llena de habitaciones
y no encuentra la puerta principal.
El perdido Gulliver,
que no sabía nunca dónde estaba,
se empeñó en hacerse más pequeño
cuando llegó al país de los enanos:
y desapareció de la faz de la tierra.
Se metió por el ojo de una cerradura
de una casa inmensa
que no tenía estancias
y no pudo salir.
Esperaba inútilmente a un cerrajero
que había perdido, hace ya mucho tiempo,
las llaves de la vida.
©Santiago Pérez Merlo
-->
Muy metafórico, muy bonito...Apalusos, aplausos.
ResponderEliminarUn poema inmenso..!
ResponderEliminar