Qué cosa tan absurda contemplar las nubes:
delirios de poeta o infantil pasatiempo.
Pero uno las ve, cuando el viento las mueve,
y se queda embobado igual que ante la danza
del fuego o ante un reloj de arena.
Ya no invento las formas como cuando era niño.
Ahora veo que pasan:
blancas y algodonosas esta tarde;
de pronto un nubarrón marengo que amenaza
tormenta y que quizá descargue
un poco más arriba, allá sobre los montes
que intenten -y es en vano- detenerlo.
Y después, cuando unas y otras han pasado,
vuelve a salir el sol y me ciega un instante.
Y me dibuja esta infantil sonrisa.
©Santiago Pérez Merlo
Lo que se mira en realidad,Es lo que esconden las nubes
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