con la boca torcida en medio gesto
entre enfadado y socarrón y te pregunta
si hoy también merecerá la pena
salir así a la calle, siendo tú,
si no preferirías que saliera él,
que es más agradable, más feliz,
y sabe comportarse con la gente.
Es más guapo, más alto, más delgado,
es casi un seductor y tú no eres
más que un pobre hombrecillo
asustado, que se pasa los días suplicando
un poco de cariño, una mirada,
un rato de conversación en un café…
“Déjame que salga yo –insiste- y vuélvete a la cama;
entiérrate en un hoyo o muérete
pero no vengas a amargarme la vida
que bastante complicado es ya vivir
a este lado del espejo y encerrado en tu existencia”.
Tú lo miras despacio una vez más,
le dices buenos días y le das la espalda.
Y te alejas
arrastrando los pies...
qué mas quisieras
que hoy pudiera salir él a la calle.
©Santiago Pérez Merlo
Fotograma de "Sueños de un seductor". |
Ese otro que te mira detrás del espejo...Un poema precioso.Es un genio el poeta.
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