ciego pero constante,
guiado sólo
por el instinto de salvarse,
de aguantar el invierno
escondido,
supuestamente a salvo de la nieve,
del viento, de la falta
de sustento, deseoso
de vivir una nueva primavera.
Hasta que un día
-era noviembre- llega
Hasta que un día
-era noviembre- llega
la enorme pala naranja.
©Santiago Pérez Merlo
Es bueno este poemita, pero triste. El final te da como un puñetazo en el estómago. Pobre topo!!!
ResponderEliminarJajaja...los rojos son ciegos..pero listos y difíciles de erradicar...
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