Como uno de esos
niños de Charles Dickens
miras desde el
cristal a la gente que, dentro,
junto a la
chimenea,
con gorros de
papel y serpentinas
parecen disfrutar
la fiesta de una
vida que a ti se te ha negado.
Con la frente
pegada y apartando
de cuando en
cuando el vaho
que se acumula
no querrías mirar
pero no puedes
apartarte de allí
y no comprendes
por qué ellos
están dentro
mientras tú estás
afuera y el frío
se apodera de ti.
©Santiago Pérez Merlo