y te toco y te miro y te presiento siempre;
ahora que aún disfruto de tu olor, de tus ojos
que me miran a veces y me ven
más allá de mí mismo
y de nosotros.
Trato de adelantarme -te decía-
y resulta imposible imaginar otro dolor así,
igual que ese dolor
(dolor, dolor, dolor) que se me cuela
por los bordes de la imaginación
y que me quita el sueño mientras sueño
a tu lado.
Trato de adelantarme
y es como adelantar la propia muerte,
como si tú ya hubieras
planificado mi suicidio.
©Santiago Pérez Merlo
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