Me pides que no sea yo,
que destierre mi cuerpo, que me eleve
hacia no sé qué cimas en que el amor se vive
en otro plano.
Que prescinda de las palabras y de las
evocaciones,
de los lamentos, de las llamadas a deshora
y de las preocupaciones terrenales.
Quieres que me deshaga de mi mente
o que no le haga caso
cada vez que me habla de ti: que te sienta,
no te piense todo el tiempo...
Tal vez tengas razón, tal vez
el corazón
y la cabeza
debieran de aprender a vivir
separados.
Pero yo sólo soy carne mortal y no distingo
entre vísceras y músculos:
soy ojos, boca, manos, piel
encendida.
Y con ello, con todo todo ello,
sin autopsia ni disección posible,
con todo ello te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario