Qué extraña sensación sería
librarse de todo, desnudarse,
despojarse de miedos, de prejuicios,
de la esperanza incluso. Y los anhelos.
Pasear por el mundo como si nada fuera con nosotros.
Fingir que nada importa,
que toda acción humana te es ajena
y todo te resbala como una fina lluvia que no cala
porque eres impermeable a su humedad.
Sin necesitar nada, vivir
como una sombra
adosada a las sombras.
No angustiarse por nada,
ni preocuparse nunca.
Qué extraña sensación:
parecida a estar muerto.
©Santiago Pérez Merlo
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