de la piedra redonda que encuentras en la orilla.
Es relativa la calma de ese mar que contemplas
porque agitan sus aguas los vaivenes
profundos que marcan las mareas.
Ese sol que se esconde, sin embargo,
es preciso y unívoco,
absoluto y perfecto como la luna
que le sucede cada día...
Cada uno de esos días cuyo paso tampoco es exacto
porque hay días que vuelan mientras otros
se deslizan
por el angosto y lento tiempo
de esperarte.
©Santiago Pérez Merlo
©Santiago Pérez Merlo
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