-independientes pero inalienables-
a nuestra intimidad.
A llamarnos por el nombre que queramos,
incluso a no llamarnos,
a aprender de memoria,
con los ojos cerrados, dónde están
nuestros huecos preferidos,
a escondernos debajo de la cama
o a saltar sobre ella hasta caer
de risa.
Nuestro derecho a no pertenecer
a nadie
y a no pertenecernos,
a no dar por sentado nada ni dar
-o sí- explicaciones pertinentes.
Mi derecho a ser tú y a que tú seas yo
cuando nos dé la gana.
Derecho a que el planeta
se detenga
o estalle en mil pedazos
mientras desayunamos
y que a nadie le importe tu zumo de naranja
más de lo que a nosotros nos importa su mundo.
©Santiago Pérez Merlo
©Santiago Pérez Merlo
Eztupenfo poem, Santiago!!! Llevas un tiempo escribiendo bonitos poemas de amor...quien te inspire estará miy orgullosa.Aplausos, fuertes aplausos
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