No temo al camino
que se adentra en la bruma y se pierde
de vista sin saber
si son árboles o sombras
o difuntos quien habita sus veredas.
No temo a la estela que se ahoga
cuando tampoco el barco
es ya visible entre los dos azules.
No temo el surco que se desdibuja
barrido por la arena y borra
la huella que dejé
hace un instante.
Yo no temo perderme porque ya estoy perdido.
Lo que me asusta en realidad es que dejes de verme
o, peor aún, que renuncies al juego
de buscar para encontrarme.
Atribuido a Fiedrich Eduard Meyerheim |
Muy bonito, Santiago. Me encanta este poema, las imágenes q sugiere!! Aplauso, aplausos...
ResponderEliminar