Por ese diminuto
agujero que has abierto
en tu vida -aún
no sé muy bien dónde-,
te contemplo
dormir.
Y te veo también
en tu quehacer diario:
levantas a los
niños, conduces, entras
en el trabajo y
ordenas tus papeles
y te ríes,
bostezas y respondes mensajes
y llamadas y
hablas en idiomas que no entiendo.
Y te observo leer
pero no se distingue
el título del
libro
y preparar la
cena y bañar a los niños
-con el rostro,
también, difuminado-.
Te veo
desvestirte y aparto la mirada
con pudor y miro
ese pijama breve
que te espera.
No has tenido
una mala jornada,
me parece.
Y se apaga la
luz, un día más.
Buenas noches,
amor, hasta mañana.
"El falso espejo", René Magritte |
Muy bonito, Santiago. Me gusta mucho esta «historia de amor» tan sencilla, pero tan bien escrita. Aplausos..
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