Una obviedad: se
secan
y marchitan en
verano
las flores, las
buenas y las malas
hierbas
que florecían
ayer, en primavera.
Adiós al verde y
rojo
de las amapolas
y al amarillo y
blanco y al morado
y al naranja de
las margaritas.
Todo es pálido
ya,
ocre, pajizo
y seco. Pero
cuidado:
es ahora,
en la decrepitud,
cuando brota el
incendio.
Muyyyyyyu bueno, Santiago. Me encanta, Aplausos, aplausos
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