Quiero ser de viento y soplo
con todas mis fuerzas
y apenas si arranco briznas
del diente de león o si apago una vela.
Y soplo hasta ponerme azul
y sentir la sutil embriaguez del carbono
para llevarme en brazos de aire
la calima que te vuelve borrosa.
Y soplo, soplo, soplo
para arrancar de cuajo la rama que te ata
y que parece frágil
pero es joven y fuerte y te sujeta
firme incluso cuando tú
quieres volar.
Y siento que es absurdo
el esfuerzo, que quizá sea suficiente
un ligero soplido,
apenas el susurro que mece
la pequeña hoja y la hace caer.
O volar.
©Santiago Pérez Merlo
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