Pensé muy
seriamente en no acudir
a la primera
cita.
Me importaba muy
poco
quedar como un
cretino
pese a haber
insistido
en que debíamos
vernos.
A fin de cuentas,
yo no tenía nada que
ganar:
eras tú quien
esperaba conocer
a ese hombre que
yo me había inventado.
Pero acudí. Y tú
también
viniste aunque tampoco
eras
la que yo
esperaba.
Acudimos los dos
por lo tanto
al encuentro de un
desconocido
que se había inventado
a otro desconocido:
dos fantasmas
creados
para gustar a dos
seres reales
que no se conocían.
Tu y yo podemos pasear
tangibles
cogidos de la
mano
con cierta
indiferencia; mirando
de soslayo
nuestros cuerpos extraños.
No importa.
Mientras ellos se
amen.
Los amantes 2, René Magritte |
Precioso, Santiago. Purap poesis, puro sentimiento!!! Aplausos, aplausos
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