Hastío

No me gusta el campo -decía-,
me aburro
soberanamente. Odio
la paz, el sosiego,
pasar las horas muertas
escuchando pajaritos
o contemplando crepitar el fuego.
Echo de menos las luces
de neón, los humos y los ruidos
de los coches y el olor
del asfalto.
Debería irme de aquí.
...
Detesto esta ciudad -decía-.
Me cansa
la prisa de los transeúntes
caminando
atropelladamente y sin pararse
a contemplar la lluvia.
Echo de menos
los sonidos del bosque,
el canto de los pajaritos
y el crepitar del fuego
junto a la chimenea.
Debería irme de aquí.
...
¿Y el mar, la playa,
el rumor de las olas
y la vista perdida
en el horizonte?

El mar está muy lejos.

©Santiago Pérez Merlo

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